Era un día lluvioso,
aterrorizado mire por la ventana y los vi encima de sierra nevada, no puedo creer
que esto acabara así. Las lágrimas recorrían mi rostro, oscuro, no quería que
mi familia sufriera las consecuencias
del mal reinado que Al-Andalus tubo con mi presencia como sultán de
estas tierras valiosas como oro en mano. Ellos decidieron atacar, desde ese
momento entendí que no quería morir, no quería que muriese nadie más. En un
acto de voluntad, con una pena recorriendo mi cuerpo y lágrimas aparentes a
cantaros, baje hasta la puerta y comunique mi rendición. Los reyes la aceptaron
y cantaron victoria después de más de 400 años y me acompañaron hasta Sierra
nevada. Allí, observé mi antiguo reino de Granada y fue cuando al ver a mi
familia observándome con desprecio, de verdad me di cuenta de todo lo que había
perdido. Una vez en marruecos, todos deseaban asesinarme por haber malgastado
mi reinado y haber conducido a mi pueblo a la derrota, así que decidí huir, por
mí, por Granada.
Yo Boabdil
antiguo sultán de Granada digo adiós y pido por favor y por mi vida que cuiden
de Granada como yo un día nunca pude.